
El presidente electo de Ecuador Lenin Moreno y el vicepresidente Jorge Glas
En Ecuador desmiente el fin del ciclo progresista en América Latina. La victoria del candidato de la Alianza País, Lenin Moreno y su vicepresidente Jorge Glas, en la segunda vuelta de las elecciones ecuatoriana asegura la continuidad de la llamada Revolución Ciudadana, iniciada por el saliente presidente Rafael Correa en enero de 2007. El saliente presidente Rafael Correa declaró que el triunfo de Moreno derrumba el mito del fin del progresismo. Los resultados dejaron un gusto amargo al candidato del CREO-SUMA, el banquero Guillermo Lasso que se resiste en aceptar el veredicto de las urnas. Es indudable la victoria de la Alianza País, a pesar de un evidente desgaste expresado en menor votación. La Alianza País gano todas las elecciones: La mayoría absoluta en la Asamblea nacional y el referendo sobre los paraísos fiscales el 19 de febrero; la presidencia y vicepresidencia en la segunda vuelta del 2 de abril. Moreno cuenta con el apoyo de movimientos sociales en vigilia permanente ante el palacio de gobierno en oposición a las denuncias de fraude de los opositores de CREO-SUMA.
Pese a la victoria, los desafíos del nuevo presidente que asumirá el mando el 24 de mayo próximo, son enormes. Ecuador vive una difícil situación económica y de creciente hostigamiento al igual que otros gobiernos progresistas en América Latina. Menos fuerte por el momento que la ofensiva contra el gobierno de Venezuela en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA). Las presiones internacionales pueden acentuar una moderación del carácter progresista del gobierno ecuatoriano, fortaleciendo la opción por el modelo extractivista y el creciente divorcio de la Revolución Ciudadana con los movimientos sociales indígenas y sociales que apoyaron inicialmente la Constitución Correísta. El deterioro de las relaciones con esos movimientos por políticas extractivistas del gobierno, por el estilo Correísta de control de los movimientos sociales y la falta de canales de participación social, además de errores por la gestión personalista de Rafael Correa, hizo que sectores de izquierda, indigenistas y de movimeintos sociales llamaron abiertamente a votar contra Lenin Moreno.
El contexto de la segunda vuelta
Como se recordará, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y de la Asamblea nacional unicameral, realizada el 19 de febrero pasado, el candidato de la Alianza País, Lenin Moreno no consiguió obtener el 40% de los votos para hacerse elegir en la primera vuelta. Estuvo muy cerca con el 39,5%.

El derrotado candidao derechista de CREO-SUMA desconoce la victoria de Lenin Moreno
El candidato de derecha Guillermo Lasso salió segundo con el 28%. Se temía que en la segunda vuelta podría ganar porque contó con el apoyo de la candidata Cynthia Viteri del partido Social cristiano. También contaba con el rechazo al correísmo por el socialdemócrata Paco Moncayo, del Acuerdo nacional por el cambio (ANC). Moncayo argumentaba que en la segunda vuelta se enfrentaban dos derechas.
También sectores de la izquierda marxista tradicional, así como s de dirigentes indígenas (incluidos los de la CONAIE) y de movimientos sociales también le quitaron el apoyo al candidato del continuismo en la campaña por la segunda vuelta. Esas posiciones fueron criticada acerbamente por los correístas porque no ofrecían una alternativa de triunfo para el progresismo y llevaban al retorno del neoliberalismo.
Hay que constatar que el correísmo tiene una creciente oposición, no solo de derecha sino que también desde la izquierda del espectro político, de los movimientos indígenas y sociales. Ello se agrega a los desafíos de la presidencia del binomio Lenin Moreno – Jorge Glas. En su favor, el nuevo presidente de Ecuador, Lenin Moreno y la Alianza País cuentan con la mayoría absoluta Asamblea Nacional unicameral. Una victoria de la derecha hubiese creado un conflicto de poderes semejante al que existe hoy en Venezuela.
Ecuador desmiente el fin del ciclo progresista
El candidato derechista Guillermo Lasso no jugó limpio. Se adjudicó rápidamente la victoria, luego de que una encuesta a boca de urnas, por la desprestigiada casa de encuestas CEDATOS, le diera el 53,02% de los votos. Con ello buscó crear la confusión, pero no lo consiguió. Las encuestas de otras encuestas del mismo tipo, como las de Exitpoll y Espol le daban la mayoría al candidato del oficialismo.

El saliente presidente Rafael Correa y su sucesor, Lenin Moreno
La victoria de Lenin Moreno con 51,16% de los votos, es un resultado estrecho, pero indiscutible. Este es el resultado oficial confirmado el miércoles 4 de abril por el Consejo Nacional Electoral (CNE). El candidato de derecha Guillermo Lasso obtuvo el 48,84% de los votos.
Luego de mantener movilizaciones y denuncia de fraude, Guillermo Lasso promete impugnar los resultados, pero se trata más de una movida política que una denuncia que pueda sustanciarse. Su postura no cuenta con apoyo internacional: Hasta Mauricio Macri de Argentina, un abierto partidario de Guillermo Lasso, reconoció la victoria de Lenin Moreno. Por su parte, la Organización de Estados Americanos (OEA) avaló los resultados oficiales del CNE. También el Secretario General de la OEA, el polémico Luis Almagro, felicitó públicamente a Lenin Moreno y recomendó a Guillermo Lasso canalice su denuncia de presunto fraude en las instancias institucionales ecuatorianas.
Los desafíos del gobierno de Lenin Moreno
El nuevo presidente de Ecuador, se ha declarado como socialista del siglo pasado y socialista de este siglo. A pesar de ello, deberá considerar desde el comienzo de su gestión, el desgaste del llamado “socialismo del siglo 21”, de la “Revolución ciudadana”, y las promesas no cumplidas del Plan Nacional para el Buen Vivir y la falta de avances en el Estado Plurinacional prometido por la Constitución de 2008. Todas ellas propuestas que galvanizaron la sociedad ecuatoriana pero que no tienen mucho sentido luego de las derivas extractivistas y el distanciamiento del gobierno con los movimientos indígenas y sociales.

El nuevo gobierno debe intentar restablecer lazos con la CONAIE
Para renovar lazos con su base social, Lenin Moreno debe diferenciarse del saliente presidente Rafael Correa, que ha perdido popularidad por su estilo volcánico. Desde ya, el nuevo presidente Moreno, plantea tener un estilo diferente del usado por el saliente presidente Rafael Correa. Ya anunció ante corresponsales extranjeros, que: “las decisiones del próximo gobierno las va a tomar yo, y voy a aplicar mi estilo”.
En un contexto de creciente polarización y de estrecha victoria, Moreno puede también estar tentado, para tener estabilidad, en derechizar su gobierno y no solo establecer un dialogo como el presidente de todos los ecuatorianos. Ello, para evitar que la derecha forme un bloque opositor amplio, como le ocurrió al presidente Nicolás Maduro en Venezuela. La oposición derechista apuesta efectivamente a la movilización de los descontentos con el Correísmo. Debe por ello conseguir efectivamente tener mucho más apoyo que el de las organizaciones sociales que hacen una vigilia en la sede del gobierno.
También está obligado a enfrentar la crisis económica del Ecuador, que en 2016 sufrió recesión producto de la caída de los precios del petróleo. La oposición derechista ya plantea la necesidad de recortes en los programas sociales. No se trataría tampoco según los detractores de izquierda de recurrir simplemente a la inversión extranjera de multinacionales extractivas o conseguir inversiones de la republica Popular China, que permitan reactivar la economía y financiar los programas sociales.

La nueva presidencia tendrá enormes desafíos
Debe incluir en su agenda las opiniones de los movimientos sociales indígenas y progresistas de Ecuador: Respetar los derechos territoriales de los pueblos indígenas realizando verdaderas consultas como las que exige la Constitución. La oposición de izquierda espera que el nuevo gobierno entre en dialogo verdadero con las organizaciones indígenas y sociales que dejaron de apoyar a Correa. Ello implica reforzar el progresismo abandonando la política de criminalización de la protesta adoptada por el gobierno de Correa, cuando esas movilizaciones no le convenían. Debe avanzar en la educación bilingüe. Tiene que imponer un programa de reforma agraria que implique la democratización del agua y de la Tierra, un elemento ausente hasta ahora. Se trata de avanzar en la construcción del Estado Plurinacional de que habla la constitución de 2008. Antes de optar por la solución del extractivismo, debe realizar un análisis de ese modelo de desarrollo y sus catastróficas consecuencias ecológicas para Ecuador y explorar nuevas alternativas adaptadas a la realidad ecuatoriana.
El desafío enorme es el de la redefinición del modelo del socialismo del siglo XXI, más allá de una figura retórica. Ello implica que el modelo de desarrollo requiere una transformación paradigmática para que el modelo del Buen Vivir sea refrendado en la estructura económica. También debe respetar los mecanismos de participación, más allá de la simple cooptación de organizaciones sociales o indígenas, instrumentalizadas por el gobierno: de ser Objetos, deben ser reconocidos como Sujetos del cambio social en Ecuador.
La victoria de Lenin Moreno es una buena noticia para el progresismo en América latina y un desmentido sobre el carácter ineluctable de un nuevo ciclo de gobiernos de derecha neoliberales. Pero también se trata de una nueva oportunidad para relanzar, como lo plantean algunos sectores, un nuevo ciclo de transformaciones y reformas que enfrenten de manera progresista los problemas económicos, sociales y de buen vivir.