Obama: Un legado a medias tintas

En los últimos días de su gobierno Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos trata de salvar su precario legado. Una hoja de servicios que ha decepcionado en Estados Unidos pese a conservar más del 50% de popularidad de acuerdo a las encuestas. Quien recibiera el premio Nobel de la Paz, no ha sido precisamente una paloma de paz. Ciertamente, su legado aparece más positivo en comparación con las promesas y la inestabilidad que prometen los años Trump. Su legado se ve muy frágil porque las medidas más visibles de su presidencia – entre ellas el medicare o la apertura diplomática hacia Cuba o el Acuerdo transpacífico o el Acuerdo de parís – pueden no resistir la embestida reaccionaria que promete el presidente electo Donald Trump desde el viernes próximo 20 de enero.

En su discurso de despedida frente a una multitud reunida el martes 10 de enero en Chicago, el saliente presidente Barack Obama,  presentó un balance positivo de su mandato y llamó a que los estadounidenses defiendan su democracia participando activamente en la cosa política contra las amenazas que representa, sin nombrarle, la presidencia de Donald Trump. Al día siguiente, Trump, en su primera conferencia de prensa desde que fuera elegido confirmó que esa amenaza es real.

Pero el balance de los años Obama está lejos de responder a las esperanzas del movimiento que bajo la consigna de Yes We Can, movilizó como nunca los electores estadounidenses.

Un balance mitigado en cuanto a las esperanzas de fin de la discriminación racial. Al contrario, según algunos analistas recrudeció bajo los dos gobiernos de Obama la violencia de las fuerzas de orden contra los afroamericanos como se les identifica eufemísticamente. Un informe del Departamento de Justicia de Estados Unidos publicado el viernes 13 de enero, denuncia que la policía de Chicago, violó sistemáticamente los derechos civiles de afroamericanos y latinos usando fuerza excesiva impunemente.

Balance mitigado también en su propuesta de control de armas. Los asesinatos masivos con armas se repitieron con una regularidad terrible durante el mandato y el presidente Obama fuera de lamentarlos no puedo avanzar en su política de limitación del porte de armas pese a que fue una de sus principales promesas.

Uno de sus éxitos relativos fue el de imponer, a diferencia de Bill Clinton, una reforma que permitió el acceso de más de 20 millones de estadounidenses por primera vez al sistema de salud. Pero la reforma no tuvo la profundidad esperada y su legado está amenazado por el gobierno Trump y la mayoría republicana en el Congreso.

Balance mitigado frente a la peor crisis económica desde el krach de 1929. Ciertamente consiguió estabilizar la economía estadounidense, pero no logró imponer medidas reglamentarias que impidan la repetición de la crisis. Durante la presidencia de Barack Obama, y reconocido por el mismo en sus discursos, aumentaron las desigualdades. Trump ya ha amenazado con desarticular las leves medidas de control adoptadas durante la presidencia de Obama.

Fue lamentable que no consiguiera imponer al congreso la reforma migratoria para regularizar la situación de once millones de inmigrantes  indocumentados en Estados Unidos.  Se vio obligado a presentar en 2012 la orden ejecutiva (DACA, Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) para frenar las deportaciones de jóvenes. Unos 750 mil inmigrantes que se inscribieron en ese programa los Dreamers, están amenazados de expulsión entre las primeras decisiones que ha prometido adoptar el nuevo presidente Donald Trump. Las medidas de 2014 que extendían el derecho de inmigración a los padres de los jóvenes fue bloqueada por un tribunal de Texas y ratificado por la Corte Suprema en 2016 porque el presidente habría excedido sus atribuciones constitucionales. 5 millones de inmigrantes están amenazados de deportación.

Ciertamente, los dos gobiernos de Barack Obama sufrieron de las limitaciones de la presidencia estadounidense por el congreso y por el sistema de justicia. Varios observadores esperan que ese sistema de check and balances, sirva para moderar la fiebre reaccionaria del presidente Trump.

En política internacional, la mayoría de los analistas que la hegemonía estadounidense propia del mundo unipolar  surgido del fin de la guerra fía Oeste Esta en 1990, quedó definitivamente en el pasado. El mundo del siglo 21 será multipolar. China es un jugador importante que se agrega a la Unión Europea, a Rusia y los países llamados emergentes en este periodo que algunos califican como la post globalización. Ese nuevo contexto marcó la política exterior de Barack Obama.

Balance mitigado en el cierre de las guerras heredadas del presidente Georges Walker Bush. Pese a esgrimir como éxito la muerte de Oussama Bin Laden y el asesinato de muchos líderes de Al Qaeda y jijadistas el balance no cerró capítulo. La prisión de Guantánamo sigue abierta. Aunque redujo el número de soldados estadounidenses en Afganistán y en Irak y privilegio los ataques con drones, existe consenso que la región es ahora más inestable, con la extensión del conflicto a Siria y Turquía. No enfrentó la herencia de Bush que creó las condiciones para el surgimiento de DAESH y la guerra en Siria. Rusia sale como el poder regional fuerte y Estados Unidos constata los límites de su poderío.

Fue un éxito diplomático el obtener un acuerdo de limitación de las perspectivas nucleares de Irán, pero ello de ningún modo ha resuelto los conflictos entre chiitas y sunitas y la creciente inestabilidad por conflictos olvidados como el de Yemen y el de Sudán y el rol de su aliado Arabia Saudita.

Fracasó en contribuir a resolver el conflicto Israel-Palestina. La decisión de abstenerse frente a la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU en diciembre 2016 condenando Israel por sus colonias en territorio palestino ocupado fue una medida tardía sin mayores consecuencias futuras.

La reanudación de relaciones diplomáticas con Cuba, a través de una orden ejecutiva fue un importante avance diplomático. Pero es una medida frágil porque no se acompaña del fin del bloqueo que debe ser decidido por el Congreso. Las órdenes ejecutivas de la presidencia pueden ser invertidas por el nuevo presidente Trump. Valga destacar que esta semana Barack Obama respondió finalmente a la exigencia cubana anunciando el fin de la política de doble rasero que Washington aplicaba desde  1995 a los inmigrantes provenientes de Cuba y conocida popularmente como pies secos, pies mojados, y que consiste en conceder permiso de residencia y trabajo a todo cubano que logre llegar a su territorio con o sin documentos migratorios y, al mismo tiempo, devolver al Cuba a quienes intercepte en el mar. Una práctica que negaba la visa a quienes la pidieran en la representación estadounidense en la Habana obligándoles a buscas arduas y peligrosas rutas para poner pie en algún punto de Estados Unidos. Ello se ha traducido también en que países como México eran ruta obligada de los cubanos en busca de entrar a Estados Unidos.  Era una medida propagandista que presentaba a Estados Unidos como una tierra de asilo generosa y al gobierno cubano como un régimen que impedía la salida de sus ciudadanos.  Pero era además discriminatoria hacia los otros migrantes que deben respetar difíciles procesos administrativos para obtener permisos de trabajo y de residencia. Una  medida que podría ser revertida por Trump.

El balance de los gobiernos de Barack Obama es mitigado. Muchos moderaron sus críticas frente al símbolo que representaba el primer presidente negro de Estados Unidos. La llegada de Trump, es para algunos sólo un nuevo cambio de fachada, hasta que los pueblos terminen por despertarse como dice un analista.

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