2016: Año horrible para el progresismo latinoamericano

Este año en América latina fue un año terrible para los gobiernos progresistas de la región. Se rompieron los ejes latinoamericanos desde el MERCOSUR,  el de UNASUR, del ALBA, que daban características progresistas a la región y que la hacía buscar claramente un rol y posicionamiento propio de la región frente a la economía mundial. El síntoma político de ello fue el fin de gobiernos progresistas como el de Argentina, el de Brasil y en otros casos el deterioro de países como Venezuela. Se vive según algunos una época más híbrida que fundacional.  Ello se acompaña de la llegada a Washington del empresario  Donald Trump que defenderá los intereses de la oligarquía estadounidense en la región sobre la base de sus antiguos y nuevos aliados en la región (Argentina, Brasil, Colombia, México y Perú). Se anuncia el retorno del unilateralismo conservador estadounidense en la región.

De acuerdo a la CEPAL en su informe preliminar de 2016 aparecido hace unos días, se habla del fin de la década progresista que beneficio del alza de precios de las materias primas cede ahora el paso a una heterogeneidad de gobiernos en la región. Un eufemismo para señalar el descalabro de los gobiernos progresistas y el retorno con fuerza de algunos gobiernos conservadores.

Los gobiernos progresistas habrían beneficiado de la bonanza exportadora de materias primas para dar acceso al consumo; favorecer la inclusión social y desarrollar políticas de soberanía nacional frente a la economía mundial.

2016: la economía

En 2016 América latina siguió sufriendo los efectos de los bajos precios internacionales de

Alicia Barcena, Secretaria ejecutiva de la Cepal

las materias primas y productos exportados por la región. Se prevé una suave recuperación en 2017 pero nada que cambie significativamente la situación de acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Se espera que el comercio mundial siga creciendo menos que el PIB mundial. En la región. Países claves como Brasil, Argentina, Ecuador empujan a un crecimiento negativo del PIB en 2016 de menos 1,1 por ciento para la región latinoamericana

Se plantea que ha habido una recuperación de los flujos de inversiones hacia los países emergentes. Pero la demanda interna sigue disminuida. Hay aumento de la tasa de desempleo a cerca del 9% en la región. La inflación está en expansión aunque con diferencias regionales importantes. Aumenta la volatilidad bursátil.

Por otro lado, la CEPAL teme un aumento de las tasas de interés en Estados Unidos que podría provocar el resurgimiento de un problema de deuda externa como ocurriera cuando ellas aumentaron a comienzos de los 80.

Ahora puede recordarse que no toda la región giró al progresismo, Quedó fuera Colombia, Perú, México por señalar los más evidentes, pero Chile o los países de América Central que esgrimieron retóricas progresistas tampoco pueden indicarse como claramente progresistas o post-neoliberales. Sobre todo en el caso de Chile.

En otros casos, el progresismo tuvo distintos niveles de profundidad. No pueden compararse las orientaciones del gobierno brasileño con las del gobierno de Venezuela. Tampoco el gobierno de Ecuador o boliviano, muy prudente en la macroeconomía, con el gobierno de Cristina Fernández en Argentina. El progresismo latinoamericano presentaba las características de un caleidoscopio. Lo cierto es que en ningún caso podía hablarse en América latina de gobiernos revolucionarios de otras épocas en el sentido de plantear un cambio radical del modo de producción. En el caso en que estuvo más cerca como en Venezuela, el del Golpe de Timón del presidente Hugo Chávez, nunca se concretizó. Por ello que preferimos hablar de gobiernos populistas de izquierda.

2016: Lo más significativo

Ex presidenta de Brasil, Dilma Roussef

Lo más significativo de 2016 fue el derrocamiento en un golpe institucional de nuevo tipo de la presidenta brasileña Dilma Roussef. A ello se agrega la derrota electoral del peronismo kirchnerista en Argentina a fines de 2015 y el retorno de las políticas neoliberales con Mauricio Macri en 2016, una de cuyas primeras medidas fue aceptar las peticiones de los fondos buitres.

También debe destacarse la sorpresiva derrota del Sí a la paz en Colombia, que debilitó lo ganado por la guerrilla de las FARC-EP en las negociaciones. Aunque no significó el cierre del proceso de paz, es más problemático porque la oposición del uribismo no asegura la inclusión armónica al sistema político tradicionalmente excluyente de Colombia, haciendo temer la repetición de la suerte de la Unión Patriótica.

Por otro lado, la victoria de Cuba por el reconocimiento diplomático por Washington aparece entredicha por la victoria de Donald Trump. La muerte del líder de la revolución cubana Fidel Castro recuerda que la perennidad del proceso revolucionario cubano puede ser cuestionada por sus enemigos.

Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro

A ello se agregan las crecientes dificultades económicas del gobierno venezolano en 2016, por el bajo precio del petróleo, a las que se agregan los avances políticos de la oposición, pese a que ella fracasó en su intento de seguir la zaga de golpes institucionales contra gobiernos progresistas en la región. Se agrega al panorama difícil del progresismo, el creciente divorcio del gobierno boliviano y del gobierno ecuatoriano con las masas populares de sus países por sus concesiones a las compañías multinacionales extractivas.

No todo está perdido sin embargo. En defensa del ciclo progresista, están las movilizaciones sociales porque se recuerda el fracaso de las políticas neoliberales en los noventa. El retorno simple de la aplicación de políticas neoliberales o de apertura sin condiciones a la economía mundial y de desarrollo del modelo extractivista tiene crecientes dificultades.

2016: Movimientos sociales y crisis de la izquierda

La anunciada y reconocida ahora, hasta por los adalides de la mundialización, del fracaso de la mundialización, no solo pone a la orden del día el peligro que pueden representar las clases sociales peligrosas, sino que el mundo vive un fin de ciclo de desarrollo que ha puesto de manifiesto los límites de la autorregulación, del libre comercio y la financiarización a ultranza de la economía.

Derrota de Keiko Fujimori en las presidenciales de Perú

Los movimientos sociales, conscientes de que los limites del progresismo debaten la búsqueda de mecanismos que mejoren la situación de las grandes masas. Pero en el marco de la ausencia de modelos de desarrollo efectivos, es la heterogeneidad de discursos y de posiciones lo que se impone.

El empoderamiento de los movimientos sociales pone obstáculos al retorno puro y simple de las políticas neoliberales planteadas por Macri en Argentina o de Temer en Brasil. Algo semejante puede ocurrir en Venezuela si pierde el Chavismo.

Está claro que 2016 vio el repunto de nuevos liderazgos de derecha, como el triunfo del evangelista Marcelo Crivella como alcalde de Rio de Janeiro, la victoria en el referendo colombiano del uribismo (Álvaro Uribe).

América latina entró en 2016 en una época incierta y en la cual la izquierda aparece en la encrucijada: los costos de su realismo y su renuncia en proponer alternativas al modelo extractivista. Se ve afectada por los coletazos del empantanamiento de la economía mundial. Coletazos también del retorno de los sectores conservadores y más fascistizantes en Estados Unidos con Donald Trump. 

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Una respuesta en “2016: Año horrible para el progresismo latinoamericano

  1. José Ramón Herrera dijo:

    Bueno, con gobernantes como la Fernández en Argentina, Maduro en Venezuela, Evo Morales en Bolivia no había dónde «ganar» posiciones. La Presidenta Bachelet se libra ella personalmente pero las dudosas posiciones de la coalición de gobierno la han puesto en duros aprietos. En Brasil, la Rousseff pagó el «pato», pero la corrupción estaba llegando a límites insospechados. Y Lula no queda muy bien parado.
    A lo que hay que darle importancia en el futuro va a ser al hecho que se instala del mundo «post-truth» como se ha dicho. Trump es el prototipo, en realidad una caricatura que se ha repetido desde los bufones ingleses Boris y Farage. Xi en China, Putin en Rusia y la Merkel en Alemania se ven como los sobrevivientes de otra época más «razonable».

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