Esta semana se publicó el esperado informe de la comisión nombrada por el parlamento británico y presidida por Sir John Chilcot sobre la participación británica en la invasión y la ocupación de Irak, justificada por lo que se confirma ahora, de manera oficial que era mentira que Saddam Hussein tuviese armas de destrucción masiva. Murieron 179 soldados británicos, y entre 90 mil y 600 mil iraquíes. Des pues de trece años de iniciada la guerra, hubo el mayor atentado suicida con cientos de muertos en Bagdad. Irak está dividido entre la región Kurda, aquella bajo control del grupo Estado Islámico y en el resto del país los conflictos interreligiosos entre chiitas y sunitas, mientras que el gobierno central está desprestigiado e inoperante. En occidente se vive al ritmo del temor de atentados, mientras son menos difundidos los crecientes atentados en Bangladesh y otros países. Si el objetivo de la invasión y ocupación de Irak era de imponer la democracia y crear un mundo más seguro… se fracasó. El consenso es que si hoy existe el llamado Grupo Estado Islámico, es una consecuencia directa aunque no haya sido deseada de la invasión de Iraq y las recientes intervenciones occidentales en Siria.
Tenían razón entonces los cientos de miles de manifestantes que en todo el mundo, en 2003, incluido Montreal, realizaron enormes manifestaciones para oponerse a la invasión de Iraq, haciendo que el gobierno canadiense de entonces no se incorporara a la coalición que invadió Irak bajo la egida de Washington.
El Informe Chilcot: ¿demasiado poco, demasiado tarde?
El Informe de la Comisión Chilcot confirma en 6 mil páginas, en 2,5 millones de palabras, luego de siete años de trabajo y varias postergaciones, que era falsa la justificación primera de esa invasión: Saddam Hussein no tenía armas de destrucción masiva. Ya todos lo sabíamos, ahora es una verdad oficial, que servirá para que los historiadores analicen los efectos de la manipulación de la opinión pública por el gobierno estadounidense y británico. Es tan evidente que hasta se hicieron ya algunos filmes donde se dramatiza la mentira que englobó esa guerra que confirmó que las potencias occidentales no son fuerzas modernizadoras sino que siguen sus propios intereses.
Desgraciadamente, el cinismo aumentará porque todo indica que el ex primer ministro Tony Blair no sufrirá consecuencias de sus actos que lo transforman según varios observadores, en criminal de guerra o cómplice del presidente estadounidense GeorgesWalker Bush. Muchos quisieran que ellos enfrenten la justicia internacional al lado de otros presidentes responsables de acciones de menor envergadura, número absoluto de muertos y de impacto mundial.
La humanidad sufre hoy las consecuencias negativas de la nueva aventura de las potencias colonialistas en el Oriente Medio. Los únicos que están contentos son las grandes multinacionales petroleras. Tenían razón los analistas que planteaban que tras la manipulación estaba la mano de intereses geoestratégicos y de la industria petrolera. Lo cierto es que la invasión y ocupación de Irak fue una guerra injusta de acuerdo a los cánones del derecho internacional bélico que solo permite la guerra en condiciones muy determinadas.
Un informe devastador
El Informe de la Comisión Chilcot critica devastadoramente al primer ministro británico de la época, Tony Blair. Blair exageró la amenaza que suponían las presuntas armas de destrucción masiva. Se puso al servicio como segundo del presidente estadounidense Georges Bush: en un correo desclasificado Blair le dice a Bush, “estoy contigo, pase lo que pase”. Blair insiste que actuó de buena fe y que no se arrepiente, al igual que el ex presidente Bush, cree que el mundo está mejor sin Hussein en el poder.
Parlamentarios laboristas, del propio partido de Blair, proponen que sea juzgado por crímenes de guerra. Los familiares de los 179 soldados británicos plantean hacerle juicio a Tony Blair porque el reino Unido se unió a la coalición internacional para invadir Irak antes de agotar todas las opciones pacificas para el desarme.
La Comisión afirma que la invasión armada no era el último recurso disponible y que la certeza de que era así, según afirmaba Blair, era injustificada. No se respeto la regla de base del derecho internacional bélico. El actual jefe del partido laborista Jeremy Corbyn, reconoció que la invasión de Irak en 2003, fue un acto de agresión militar bajo un falso pretexto. Una catástrofe para muchos.
Además el presidente de la Comsión, John Chilcot insistió que el planeamiento y las preparaciones para lo que iba a ocurrir con Irak después de la caída de Saddam Hussein fueron totalmente inadecuados. Que el gobierno no logró los objetivos que había planteado en el parlamento y ante el público británico. Se trató de un verdadero fiasco: el gobierno falló, la comunidad de inteligencia falló, los militares fallaron y el gobierno nunca consideró las consecuencias que acarrarían sus gestos.
¿Y ahora qué?
Desgraciadamente la Comisión dirigida por Sir John Chilcot no fue concebida ni como un jurado ni como un tribunal, por lo que no plantea las responsabilidades legales del primer ministro Tony Blair. Todo indica que Tony Blair no será condenado. En Iraq muchos que estaban contra Saddam Hussein ahora lo preferirían de vuelta considerando el caos que siguió su caída. En materia de responsabilidad de gobernantes, está claro que el informe revela que siguen funcionando los dos pesos dos medidas y que las relaciones internacionales siguen dependiendo de la jerarquización político-militar del sistema mundial. Es lamentable que los responsables de las aventuras militares escapen de oficio a las cortes internacionales de justicia. Tanto Estados Unidos como el Reino Unido firmaron tratados tanto con Afganistán como con Iraq que excluyen de toda responsabilidad a sus gobernantes y sus militares de las consecuencias de sus actos de guerra.
El informe de la Comision Chilcot apunta a la necesidad de que la comunidad internacional obligue a las grandes potencias a respetar los avances en materia de derecho internacional que privilegia la resolución pacífica de conflictos y el concepto de las guerras justas que es el que guía la creación de los tribunales internacionales. La invasión de Iraq por la coalición estadounidense se realizó al margen de las Organización de las Naciones Unidas, al igual que los bombardeos contra el régimen de Muammar Gaddafi y por la coalición internacional en Siria. La historia no ha terminado…
Lo que fue evidente en 2003 no necesitaba confirmación. Lo único que resalta este informe Chilcot es la tozudez de los gobiernos de derecha y de los medios de comunicación. En La Press de Montreal yo envié una carta de los lectores en 2003 describiendo el desastre que se veía venir con la caída de un régimen de mano dura pero con bases laicas (seculares) que permitían que las mujeres pudiera ir a la Universidad. Por supuesto no fue publicado. Era evidente que la mayoría Shi’ita iba a terminar con el Baathismo et instalar una suerte de gobierno islámico excluyendo a los Sunitas y que eso era guerra civil. Fue peor porque facilitó la creación del Estado Islámico (Sunita) y la ola de atentados por todo el mundo aunque principalmente en Irak mismo.