El 2 de mayo Pierre Karl Péladeau (conocido como PKP), renunció a su cargo de jefe del Partido Quebequense (PQ), de líder de la oposición oficial y de diputado de Saint-Jerôme. Un abandono total, de la noche a la mañana, de la política activa para dedicarse a su familia. Apenas un año después que fuera elegido como salvador del PQ al fin de una larga y divisiva campaña para elegir un sucesor a la anterior jefa del PQ, Pauline Marois. El PQ debe elegir un nuevo jefe casi a dos años de las próximas elecciones. ¿Cuáles perspectivas para el PQ?
La sorpresiva renuncia de Pierre Karl Péladeau.
Las renuncias por razones familiares, ocultan, generalmente, razones políticas. En este caso parece ser evidente que el carácter “people” de la pareja PKP y la productora de televisión Julie Snyder, quien ventiló públicamente las dificultades de la pareja en una emisión televisiva, llevaron a esa sorpresiva decisión. La decisión de PKP, tomó a todos por sorpresa. Confirmó para muchos el carácter imprevisible del heredero del grupo Quebecor fundado por su padre. Otro pequista, (Jean-François Lisé) candidato derrotado a la jefatura del PQ, caracterizó a PKP como una bomba lista para explotar en cualquier momento.
La herencia de PKP
Por su corto reino, PKP fue una estrella fugaz en el firmamento político quebequense. Más allá de sus razones personales, es evidente que Péladeau no tenía el carisma necesario para imponerse en su partido o liderar las fuerzas soberanistas. Su experiencia antisindical cuando era Patrón de Quebecor le calificaba de hombre de derecha en ruptura con corrientes soberanistas socialdemócratas. Pese a que adoptó un discurso progresista, no convenció a muchos de que había cambiado.
El impacto más importante del corto paso de PKP fue su afirmación de que el PQ ya no representa si solo la causa soberanista. El proyecto de proyecto de convergencia de fuerzas soberanistas tiene sentido. Hoy por hoy, son escisiones del propio PQ, que se encuentran tanto en la autonomista y derechista Coalition Avenir Québec (CAQ) o en Quebec Solidario y por supuesto en el pequeño partido Opción nacional. A ello se agregan los autodenominados huérfanos políticos y las organizaciones de la sociedad civil. Pese a tener una buena idea, por su tipo de liderazgo, PKP no era la mejor persona para encarnar ese proyecto de convergencia. ¿Seguirá la lenta declinación del PQ iniciada con la derrota de 1995?
Reacción de otros partidos
La renuncia sorpresiva de PKP, dejó al PQ y al conjunto de la clase política quebequense frente a un proceso de reorganización de los discursos políticos. Una caricatura planteaba que los liberales, lamentan su partida porque podían fácilmente criticar a PKP por sus contradicciones; como la de seguir de accionista principal de su imperio Quebecor. Según otros, Francios Légault de la CAQ, puede respirar más aliviado porque puede volver a presentarse como un hombre de negocios exitoso, sin ser opacado por PKP. Por su parte otros argumentan que Quebec Solidario podía presentar un perfil de izquierda más fácilmente con PKP al mando del PQ y atraer sus militantes socialdemócratas. También podía poner mayores condiciones y exigir garantías para avanzar en una convergencia de las fuerzas soberanistas. De todos modos, si cuando PKP entró en política con su puño en alto por la independencia el resto de Canadá reaccionó fuertemente, su partida no causó interés en Ottawa o en los medios de comunicación anglófonos.
Un nuevo líder para el PQ.
Por lo pronto; el PQ nombró al diputado Sylvain Gaudreault como líder interino hasta la elección de un nuevo jefe. Gaudreault pertenece a la nueva generación de pequistas indicando que ese partido quiere alcanzar las nuevas generaciones que ahora esquivan al PQ.
Se ha confirmado que el PQ planea contar con un jefe a más tardar para el inicio de las sesiones de otoño, de la Asamblea Nacional. Algunos como François Gendron, proponen una decisión rápida para que el PQ pueda aprovechar de los errores y la impopular política de austeridad del partido Liberal de Philipe Couillard y presentarse como alternativa para las elecciones previstas en octubre de 2018.. Otros como el ex líder estudiantil de la primavera erable, Leo Bureau Blouin proponen que se hagan primarias abiertas como en Estados Unidos, para que la campaña suscite mayor interés y se establezcan lazos con la sociedad civil y para ello argumentan que en diez años la membrecía del PQ pasó de 120 mil a 60 mil miembros. Por su parte Pierre Dubuc, del ala izquierda del PQ, critica la importancia acordada a buscar un jefe de características especiales. En diez años, el PQ ha tenido tres jefes: primero, André Boisclair, símbolo de renovación, pero que llegó tercero en la elección de 2007; luego fue el turno de Pauline Marois, primera mujer primer ministro, pero que apenas ganó un gobierno minoritario y duró apenas un año en el poder; la secuencia termina con un PKP que se suponía que mostraría que el PQ podía también ser el partido de la economía.
¿Cuál líder?
No es novedoso que un partido busque un líder. En este momento, tres de los cuatro principales partidos a nivel federal se buscan líderes: desde los conservadores que le buscan reemplazante al derrotado ex primer ministro Stephen Harper; hasta el Nuevo Partido Democrático que guardó a Thomas Mulcair por dos años, pese a la derrota fulgurante en las elecciones de 2015; pasando por el Bloque Quebequense (BQ) que espera un milagro para renacer como partido en la escena federal.
Aumenta la lista de quienes no se presentarán. El ex diputado pequista y ex líder de Opción nacional, Martin Aussant, que dirige ahora el Chantier de l’économie sociale decidió no presentarse por razones familiares. El controvertido autor de la Charte, Bernard Drainville prefiere seguir como líder parlamentario del PQ en la Asamblea Nacional. El diputado intelectual, Jean-Francois Lisée, dejará pasar la oportunidad. Por otro lado, Martine Ouelett, no parece tener mucha popularidad, según las encuestas. La definición por el momento aparece entre miembros dela nueva generación del PQ. Por un lado Alexandre Cloutier, que salió segundo contra Péladeau y por otro lado Veronique Hivon, conocida por haber obtenido el consenso en torno a la compleja ley sobre cuidados para morir en la dignidad. Otros candidatos como
¿Lenta agonía del PQ?
Creemos que la renuncia de PKP no es un accidente del PQ. Ese otrora fuerte partido soberanista vive una lenta y sistemática declinación desde el referendo de 1995. Si en ese momento el PQ, consiguió supeditar a una alianza independentista a la nacionalista moderada, Acción Democrática de Quebec de Mario Dumont, hoy día, es difícil que el PQ pueda asegurar una convergencia exitosa con QS, con la CAQ (recuérdese que Francois Légault fue ministro del PQ) y con Opción Nacional.
El éxito del gobierno de Justin Trudeau, aumenta la tentación por una campaña “people” y moderna. El nuevo primer ministro federal, Justin Trudeau, desmintió las críticas a su estilo superficial y después de seis meses en el poder ha aumentado sus niveles de popularidad a niveles comparables con su padre, con la Trudeaumania de los años setenta. Sin amargo, debe recordarse que los estuvieron a punto de desaparecer luego del escándalo de las comanditas y que hace apenas un año, nadie le daba chances a Trudeau.
Luego de una serie de intentos fallidos, el PQ sigue en la encrucijada de “morir en la dignidad” como decía un caricaturista, o bien, de reinventarse como proyecto soberanista o de “buen” gobierno que abandona la soberanía porque ella ya no es popular. Y es que aunque PKP, el más independista de los últimos jefes del PQ, era un obstáculo objetivo para la convergencia de con sectores progresistas, su partida no resuelve los problemas del contenido de la plataforma del PQ. Al contrario, la sorprendente renuncia de PKP, deja en evidencia los profundos problemas e indefiniciones del PQ. Ciertamente, ello abre nuevas oportunidades, pero también nuevos riesgos, como el que el PQ sea cada vez menos relevante en el panorama político quebequense. Que siga perdiendo adeptos tanto hacia la CAQ como hacia Quebec Solidario, o, incluso que prefieran las causas políticas en organizaciones de la sociedad civil antes que en el sistema político de partidos.