Trump, Sanders y la deriva oligarquica de EE.UU.

El próximo 8 de noviembre son las elecciones de presidente y Congreso en EE.UU.
vote-clipartLa controvertida popularidad del magnate Donald Trump, inicialmente considerado como un payaso, muestra la descomposición del partido republicano en los meandros de la extrema derecha y las tendencias fascistas.
En el partido demócrata despierta interés la popularidad del autoproclamado socialista Bernie Sanders que dio expresión progresista a las clases medias empobrecidas y los sectores excluidos. Sin embargo, el tiene pocas posibilidades de obtener la nominación.
Tras dos candidaturas ajenas al stablishment, está la problemática de la transformación oligárquica de la democracia estadounidense.

La popularidad de Donald Trump.

El New York Times cree que Donald Trump puede ser el candidato presidencial republicano a la presidencia. Sin embargo, es difícil que pueda presentarse como precandidato con mayoría propia en la Convención de Cleveland, Ohio el 18 de julio próximo-Tiene 738 delegados, pero es difícil que consiga los 1237 delegados (sobre el total de 2473 delegados) necesarios para evitar juegos y alianzas de sus oponentes.

El jefe del partido neo demócrata canadiense Thomas Mulcair, calificó a Trump de fascista coincidiendo con lo que muchos observadores declaran en EE.UU: desde la izquierda (Amy Goodman),  que usa citas de Mussolini en Tweeter : como que es «mejor vivir un día como león antes que 100 años como una oveja«. Frase que el Duce hizo inscribir en una moneda de 20 liras luego de su victoria en una batalla.

Trump_3Para otros, es simplemente un demagogo, populista y provocador que recurre a consignas simples para conseguir el apoyo de los electores afectados por la crisis económica y con baja escolaridad.

Otros le denuncian como misógino que amenazó con castigar las mujeres que aborten, aunque el viernes se retractó, una primicia. Otros denuncian su retórica xenófoba y contra los inmigrantes, lo que conforta la América blanca; que pierde la mayoría.

Su retórica busca conquistar los evangelistas radicales y atacar todos los islamistas y extranjeros. Azuza el miedo en los sectores conservadores, creado por la declinación de EE.UU., planteando agresivas relaciones exteriores y defiende suspender las reglas del Estado de Derecho para enfrentar supuestas emergencias. Pero muchos opinan que tras la retórica fascista, Trump concibe EEUU como una gran empresa de la cual quiere ser el Chief Executive Officer y que su retórica es: una demagogia indulgente con la oligarquía (self-indulgent demagoguery on behalf of oligrachy).

Pese a la popularidad de Trump, apoyada por la prensa tradicional que le ha hecho el juego a sus posiciones rimbombantes porque vende audiencia, las encuestas aseguran que es la candidata presidencial demócrata, Hilary Clinton quien ganaría holgadamente una elección contra Donald Trump el 8 de noviembre.

Por ello sectores del stablishment republicano ha lanzado la campaña Never Trump porque temen que la nominación de Trump como candidato republicano, aumente la declinación del GOP y su crisis de representatividad de las nuevas tendencias demográficas estadounidenses. Otros afirman que es el resultado de años de política del stablishment basados en: la capitulación ante políticas irracionales, de silencio ante las increíbles críticas a Obama y de exacerbación de la rabia y resentimiento hacia el stablishment.

Algunos temen que Trump tenga los catastróficos resultados del ultraconservador senador de Arizona, Barry Goldwater, contra Lyndon B. Johnson en 1964. Personaje colorido y populista de ultraderecha, Goldwater prometía usar la bomba atómica, para terminar la guerra de Vietnam.

En ese marco, se mantiene la incertidumbre sobre las posibilidades de un vuelco contra Trump en la Convención republicana, en beneficio del evangélico ultraconservador Ted Cruz, cercano al reaccionario movimiento anarquista Tea Party; o bien, al más moderado gobernador de Ohio, John Kasich e; incluso al surgimiento de otro candidato de consenso.

La popularidad de Bernie Sanders

En el partido demócrata, sorprendió la popularidad del senador de Vermont Bernie Sanders entre los jóvenes y los más afectados por la recesión económica. Sanders propone una revolución política en EE.UU contra el poder de las Corporaciones y el 1% y los que él califica Banksters (gánsteres bancarios) que han pervertido la democracia estadounidense.

Según analistas, Sanders cosecha las “uvas de la ira”, de la clase media estadounidense por la crisis de 2008. La revolución política de Bernie Sanders es contra la oligarquía que controla las Corporaciones, los medios de comunicación y que gana con el monopolio bipartidista del sistema político de EE.UU.

clinton_y_sanders.1Su proyecto es progresista. Sanders promete profundizar la reforma del sistema de salud, el Obamacare. Propone aumentar los tributos de las clases adineradas, ejercer mayor control sobre las especulaciones de Wall Street y la evasión fiscal de las grandes fortunas. Promete mejores políticas públicas, especialmente en la educación. Plantea inversiones en infraestructura.

A pesar de su popularidad, la favorita es la ex secretaria de estado Hilary Clinton. Ella es la candidata del stablishment demócrata y de la continuidad de la administración de Barack Obama. Ya tiene 1243 delgados comprometidos, a ellos se agregan les 469 súperdelegados que han prometido apoyarla. Con ello suman ya 1712 delegados. Como los que necesita son 2383, le faltan sólo 671 delegados para llegar como precandidata con mayoría propia y obtener la nominación demócrata en la Convención del 25 de julio próximo en Filadelfia.

Por su parte, Bernie Sanders tiene 980 delegados comprometidos y solo 31 súperdelegados: un total de 1011 delegados. Para ganar, tiene que obtener el 61% de los delegados que falta elegir (1372 delegados) y llegar así a los 2383 claves. Algunos estiman que es todavía es posible, pero creemos que es muy difícil que pueda conseguirlo. Las matemáticas no le favorecen.

Pero creemos que Bernie Sanders ya ganó: dio a conocer sus ideas progresistas y mostrar que existe el gran descontento ciudadano en EE.UU. puede también expresarse de manera progresista. Hicieron mella sus críticas a la transformación oligárquica de la democracia estadounidense. También sacó de la marginalidad al socialismo: en noviembre de 2015 una encuesta del NYT indicaba que 56% de los demócratas tenían una opinión favorable al socialismo.

¿La Democracia en EE.UU. : Una deriva Oligárquica?

Las elecciones en EE.UU. son importantes no solo en todas las Américas, la del Norte, la del Sur y la del Centro. Ellas también son seguidas en todo el mundo, a veces con aprehensión. Ello no se debe sólo al evidente control de los medios de comunicación transnacionales estadounidense de la comunicación en el mundo y que a veces hacen que habitantes de países periféricos estén mejor informados de las provocaciones de Trump, que de la política en los países vecinos o en el propio. También se debe a que todavía EE.UU. es la mayor economía mundial y la principal potencia militar. A pesar del poder del congreso, el arrendatario de la Casa Blanca tiene impacto no sólo en ese país sino porque actúa en sus zonas de influencia organizando jerárquicamente el sistema mundial e influyendo sobre políticas nacionales.

Pero, la campaña electoral de presidente y de congreso del 8 de noviembre próximo, recuerda también el debate sobre el fin del llamado American Dream y la promesa de movilidad social que vende como su marca de comercio en todo el mundo: Sobre el creciente consenso de la deriva oligárquica de la democracia estadounidense. Sobre la realidad estadística que muestra que hay cada vez mayores desigualdades económicas, sociales y de oportunidades. El expresidente Jimmy Carter concluyó que cuando la Corte Suprema falló a favor de Citizens United permitiendo gastos sin límites a los Political Action Committees (PAC) en las campañas, estableció un sistema oligárquico con sobornos ilimitados. Hay un creciente consenso que la democracia estadounidense está cada vez más reservada a los ricos y cuenta con cada vez menos legitimidad ciudadana porque la participación electoral disminuye sistemáticamente.

La popularidad de las candidaturas marginales de Donald Trump y de Bernie Sanders, aunque de signos y contenidos muy diferentes, reflejan dos versiones de ese descontento con el stablishment.

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