
Thomas Mulcair
La política canadiense esta semana se vio marcada por la negativa del congreso del Nuevo Partido Demócrata canadiense, reunido en Calgary el domingo pasado, en otorgar un voto de confianza a su jefe Thomas Mulcair. ¿Se trata de un retorno del NPD a sus valores socialdemócratas luego de que la aventura de instalarse al centro del escenario político canadiense, le hiciera perder la elección federal del otoño de 2015? El hecho que Thomas Mulcair seguirá de jefe de ese partido por dos años, a pesar de haber obtenido menos del 50% de apoyo, le deja en una situación de legitimidad política relativa para representar ese partido en el parlamento y ante los canadienses. Veamos algunos elementos
En primer lugar, la derrota de Thomas Mulcair en el Congreso de Calgary, fue sin precedentes, porque fue el 52% de los delegados quienes votaron porque se abriera una campaña para elegir un nuevo jefe. Fue un claro castigo a la gestión de Thomas Mulcair porque dos mese antes de la elección del 19 de octubre pasado, aparecía como seguro ganador de la elección y que termino finalmente instalando nuevamente al Nuevo partido demócrata como la tradicional tercera fuerza apolítica de Canadá. Ello dejó un sabor amargo.
El NPD fue superado por el flanco izquierdo por los liberales de Justin Trudeau por su enfoque frente al déficit fiscal. Por primera vez el NPD se planteaba abiertamente durante la campaña como un partido más preocupado de asegurar el equilibrio presupuestario antes que desarrollar políticas públicas progresistas y enfrentar la desactivación económica creada por la baja del precio del petróleo con una política activa de intervención estatal.
Paradojalmente, y a pesar que es la primera vez que un jefe no solo del NPD, sino que de todos los partidos políticos tradicionales de Canadá recibe tan bajo apoyo, Thomas Mulcair decidió permanecer como jefe interino del NDP por dos años para asegurar la campaña para elegir su sucesor.
En realidad, el gran debate en el seno del NPD está referido a la evaluación que se hace en ese partido respecto de transformarse de un partido que define los valores de la izquierda socialdemócrata en Canadá, o bien que se transforma en un partido que funciona esencialmente para instalarse en el poder y adquiere aspectos pragmáticos en ese sentido para conseguir el apoyo de la mayoría del electorado. En defensa de Thomas Mulcair, puede señalarse que el no fue efectivamente el creador de esa tendencia pragmática importante en el NPD. Se trató más bien de una corriente fondo, encarnada en un momento por el fallecido líder de ese partido el carismático Jack Leyton, que permitió que el NPD alcanzara una victoria enorme en la provincia de Quebec, tradicionalmente hostil al NPD, y en reemplazo del bloque quebequense y del partido liberal, castigado aún por el escándalo de las comanditas.
Esa tendencia llevó a la eliminación en los principios del NPD de toda referencia al socialismo democrático. En filigrana se planteó también una ruptura con el mundo sindical nacional, siendo que el NPD, fue construido de manera semejante a los laboristas ingleses en directa relación con los sindicatos.
No está claro si la decisión de los congresistas significa un retorno a las fuentes socialdemócratas del Nuevo partido Demócrata. Se cruza por un lado el debate en torno a la política energética y el rol de los hidrocarburos y el petróleo de las arenas bituminosas de Alberta en la lucha contra el cambio climático. El congreso apareció muy dividido en el tema, realizado precisamente en la capital del petróleo canadiense dirigida ahora por el gobierno neo demócrata de Rachel Notley. Aunque el congreso aprobó el debate sobre un manifiesto que está centrado en el combate contra el cambio climático está claro que no se trata simplemente de un retorno a las políticas tradicionales del NPD.
La interpretación más clara de la derrota de Thomas Mulcair en el congreso del NPD es que luego de que ese partido aceptó jugar en el centro político canadiense y dejar de lado muchos de sus principios y todo en aras de poder ganar las elecciones como lo anunciaban las encuestas, Thomas Mulcair no fue capaz de obtener el resultado y llevo al NPD a su situación tradicional de tercer partido.
En cuanto a los efectos de la derrota de Mulcair en el Congreso y su largo rol de jefe interino de ese partido mientras elije un jefe dentro de dos años, es que quien parece ganador es Justin Trudeau.
En efecto, luego de la sorprendente victoria del partido liberal dirigido por Justin Trudeau, el panorama político canadiense ha variado fundamentalmente. Los liberales han desmontado efectivamente gran parte del edificio conservador heredado de Stephen Harper en materia de justicia, de enfoque del déficit y otras materias. No se trata de un proceso de izquierda, sino que más bien un retorno a los llamados valores liberales que dominaron este país en siglo XX. Para algunos, anacrónico.
La decisión del Congreso del NPD en Calgary, deja en claro que la luna de miel de los liberales, se prolongará porque, a la evidente pérdida de legitimidad política de Thomas Mulcair, se agrega el que los conservadores también se dieron tiempo para elegir un reemplazante al derrotado primer ministro Stephen Harper, quien además desapareció de la luz pública la noche de sus derrota y ni siquiera la ha reconocido de viva voz.
En ese marco, la actual jefa interina del partido conservador, Rona Ambrose, aparece atacando a los liberales de manera muy oportunista en muchos expedientes. Por ejemplo, respecto de la continuación del contrato de 15 mil millones de dólares de venta de blindados a Arabia Saudita anunciada por el ministro de relaciones exteriores Stephane Dion. Ese fue un contrato establecido por los conservadores en 2014. Ciertamente, los liberales aparecen en contradicción con su posición de defensa de los derechos humanos, al aceptar seguir ese contrato con el reino represivo de Saudi Arabia, pero se inscriben en filiación directa con la política de los conservadores.
El debate que comienza el NPD es importante, porque se juega el futuro de la izquierda parlamentaria en este país.
El famoso centro. Los Liberales de Canadá se reclamaron Centro. Bueno, y ganaron las elecciones. ¿Qué quiere decir? Nada. Harper no puede, ni quiere declararse Centro. Y perdió las elecciones. El NPD se declara Centro… y pierde las elecciones. ¿Qué quiere decir? Nada. ¿Jack Layton? Todo. La ausencia de Layton y la juventud y carisma de Justin Trudeau explican la política Canadiense.