Los neoconservadores federales de Stephen Harper tuvieron un ministro de la ciencia que era creacionista; ahora los neoliberales de Philipe Couillard tienen una ministro de la condición femenina que no es feminista. Sin embargo, el diccionario define el feminismo como “la actitud de aquellos que desean que los derechos de las mujeres sean los mismos que aquellos de los hombres”. En efecto, la ministro de la condición femenina de Quebec Lise Thériault, el domingo 28 de febrero, dijo no ser feminista, ser más pragmática que teórica; más de terreno que militante; más igualitaria que feminista. La ministro declaró además, que no tiene problemas con los recortes que obligaron a cerrar las oficinas regionales y redujeron el presupuesto del secretariado de la condición femenina. Aquello explicaría esas ambiguedades. El grupo de los 13, denunció las declaraciones de la ministro. La ministro niega la realidad de la discriminación sistémica contra las mujeres que permite aún en 2016 que las mujeres ganen 29% menos que los hombres. Pero esa postura no es sólo de Lise Thériault. Para confirmar que se trata del enfoque del gobierno Couillard, la anterior ministra de la Condición femenina, Stéphanie Vallée añadió que ella no se consideraba de la generación del 60 o 70 , y que siempre batalló por la igualdad, que no tendría nada que ver con el feminismo. Esas declaraciones niegan la importancia de las luchas feministas por los derechos específicos de las mujeres no solo en Quebec sino que además en el mundo.
Ellas recuerdan que los poderes públicos deben dar un tratamiento diferente de acuerdo al sexo, si se quiere efectivamente alcanzar la igualdad de género. Pero está claro que el gobierno neoliberal de Philipe Couillard no se preocupa del impacto de sus políticas de austeridad sobre la condición femenina. Una autora mostró que las medidas de austeridad liberales no son neutras: ellas afectan principalmente a las mujeres, las más vulnerables de la sociedad. A ello se agrega la baja en las subvenciones a las Guarderías públicas, la eliminación de las subvenciones a la procreación asistida y más generalmente la violencia contra las mujeres indígenas, que han sido finalmente reconocidas por el gobierno del primer ministro federal Justin Trudeau que se declara feminista.
Un debate que se realiza en el trasfondo de la celebración del Día internacional de la mujer. No sólo en Quebec la igualdad de género tarda en concretizarse, el 8 de marzo nos recuerda que la humanidad aun no ha conseguido asegurar la igualdad de género, una condición necesaria y suficiente para su desarrollo sostenible. Aunque el 8 de marzo se celebran los logros alcanzados en la lucha por la igualdad de la mujer tanto a nivel político, económico y social, las conquistas que parecen siempre frágiles, como lo muestra el gobierno Couillard.
El día internacional de la Mujer surgió de las actividades de los movimientos obreros europeos a finales del siglo XIX en América del Norte y en Europa. Estuvo ligado a la lucha por los derechos de la mujer trabajadora y las luchas obreras y por el sufragio universal, las primeras celebraciones remontan a Nueva York en 1909, a 1910 en Copenhague y en 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza., pero fue sólo en 1975 que las Naciones Unidas comenzaron a celebrarlo. En 1977 proclamó el 8 de marzo como Día Internacional por los derechos de la mujer y la Paz Internacional.
En cien años se ha avanzado hasta que exista conciencia que el desarrollo de la humanidad pasa por la igualdad de género en todos los países del mundo: siguen los desafíos de la igualdad salarial, de la violencia de género hasta la necesidad de derribar los obstáculos para el acceso a la educación de muchas niñas; por no hablar del acceso a la igualdad en los órganos políticos, legislativos y directivos.
La igualdad de género es un aspecto crucial de la nueva agenda de desarrollo sostenible de los 190 países de la ONU para 2030. Es la ONU mujeres que asume el liderazgo para implementar el plan de acción global de compromisos concretos de los países para instalar la igualdad de género, promover los derechos de las mujeres y favorecer su empoderamiento. Es en esa perspectiva que se plantea como tema global del Día Internacional de la Mujer 2016: “Por un planeta 50-50 en 2030: demos paso a la igualdad de género”.
El camino sigue siendo escarpado. En muchos países las mujeres siguen sufriendo discriminación inaceptable. El informe de ONU Mujeres 2015-2016 hace un análisis de algunos de los desafíos. Por un lado, la brecha entre mujeres ricas y pobres es enorme: En Sierra leona, una mujer tiene 100 veces más posibilidades de morir durante el parto que en Canadá. En América Latina, las tasas de analfabetismo son del doble entre las mujeres no indígenas. En general, la discriminación de género, se suma a otras formas de desventaja como la condición socioeconómica, geográfica, de raza, casta y origen étnico. Todas ellas limitan las oportunidades y proyectos de vida de las mujeres y niñas. La más reciente crisis y las políticas de austeridad adoptadas por los gobiernos han afectado especialmente a las mujeres, mucho más que a los hombres, que también han sido afectados.
En ese contexto, y para alcanzar los objetivos de igualdad de género hacia 2013, ONU Mujeres exige el respeto de los tratados internacionales y las leyes que establecen la igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres. Sólo ello permitirá lograr la igualdad en la práctica. Se trata de instrumentos como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW); como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y culturales (PIDESC). Se trata de compromisos jurídicamente vinculantes para los Estados. El desafío es de alcanzar una igualdad sustantiva, vale decir que permita corregir la desventaja socioeconómica de las mujeres; luchar contra los estereotipos, el estigma y la violencia; y que permita el fortalecimiento del poder de acción, de la voz y la participación de las mujeres.
Este 8 de marzo en Quebec nos recuerda que los desafíos para las mujeres son importantes y que no están asegurados, particularmente en este periodo de austeridad.
Por ello es que el colectivo 8 de marzo de las organizaciones feministas y sindicales persigue que este año las mujeres sean escuchadas por el gobierno Couillard. Que se reconozca y se actúe porque las mujeres son las más afectadas por las medidas de austeridad en el mundo laboral. El 75% de quienes trabajan en el sector público de la economía son mujeres. Las organizaciones feministas quebequenses plantean enfrentar otro problema agudo. El combate contra la violencia de género. El escándalo de agresiones sexuales de Jean Gomeshi lanzó el movimiento de agresión no denunciada. Ese movimiento colectivo permitió revelar innombrables agresiones de carácter sexual no denunciadas. Lo más dramático es que, según un informe del consejo del Estatus de la Mujer, el 85% de las mujeres conocía su agresor.
El 8 de marzo concierne toda la humanidad y no sólo a las mujeres. La igualdad de género es una lucha inconclusa que concierne también a los hombres en todos los campos. Todos tenemos la obligación de ser feministas y luchar pot la igualdad entre hombres y mujeres. Feliz 8 de marzo.
Bueno, ser «feminista» está a estas alturas un poco sobrepasado. Las Feministas han contribuído a volver ese concepto incluso un poco ridículo. Podrá ser usado como se usa «machismo». La idea es ser un ser humano con todo lo que eso implica de único y variado a la vez.