
Bye Bye Harper!!
El año 2015, quedará marcado como el año de la derrota aplastante del gobierno conservador de Stephen Harper y la victoria del jefe del partido Liberal Justin Trudeau. Con promesas progresistas, Trudeau consiguió encarnar el cambio deseado por los canadienses, ansiosos por terminar con los años de plomo del gobierno Harper. Una victoria de los liberales que también dejó un gusto amargo en la boca del jefe del Nuevo Partido Demócrata (NPD) Thomas Mulcair, quien perdió la primera posibilidad real de que su partido pudiera ganar las elecciones federales, debiendo contentarse nuevamente con ser la segunda oposición. Al terminar 2015, el nuevo gobierno liberal sigue gozando de una prolongada luna de miel con el electorado que parece apreciar que está de regreso el Canadá tradicional.Derrota del Gobierno Harper
Antes que la victoria de los liberales de Justin Trudeau, el hecho más significativo del año fue la derrota del gobierno Harper. Luego de casi diez años en el poder los canadienses querían cambiar de gobierno y resistían el Canadá que Stephen Harper estaba formando al punto que en Quebec volvieron a votar masivamente por un liberal.
Querían terminar con un Canadá mezquino, conservador, sin imaginación, con un Estado al servicio de las petroleras, que recibió la sanción negativa de los mercados internacionales al caer el precio del petróleo.
Con un gobierno Harper, control freak, que buscaba controlar desde la función pública y los científicos a sueldo del gobierno, hasta sus propios ministros. Nadie podía hablar sin el beneplácito de la Oficina del Primer Ministro.
Un gobierno Harper que no concebía su rol social fuera del de la represión y que adoptó leyes y políticas de ley y orden vengativas y de lucha contra el terrorismo, copiadas de las de la derecha estadounidense y de los años de gobierno del presidente Georges Bush. Políticas percibidas por dos tercios de los electores como contrarias a los valores generalmente aceptados por los canadienses.
Un gobierno que en menos de 10 años cambió totalmente la imagen de Canadá en el mundo, pasando de ser considerado como un país partidario de la paz y los esfuerzos multilaterales, al de un país que buscaba su propio interés y asumía en los conflictos internacionales un rol de halcón aun más radical que el propio Washington bajo la administración de Barack Obama.
Un gobierno que atacó sistemáticamente los sindicatos y los organismos populares, reduciendo su financiamiento a favor del sector privado y, particularmente en la ayuda al desarrollo internacional, que es el dominio exclusivo del gobierno federal.
El 19 de octubre terminó el sueño, abundantemente documentado, de Stephen Harper, de suplantar los liberales como partido natural de gobierno en Canadá y afirmar una derecha ultraconservadora que sin empachos levantara posiciones creacionistas. Derrota también de la aplicación al pie de la letra de las consignas teóricas del Rational Choice neoliberal a la política canadiense, dividiendo con políticas clientelistas el electorado, para obtener las mayorías suficientes para gobernar.
Derrota, por una vez, de las campañas negativas, especialmente de aquella contra el jefe del partido liberal Justin Trudeau. El gobierno Harper no consiguió desacreditar al jefe liberal, como lo hiciera con Paul Martin, Stephane Dion y Michael Ignatieff. Una campaña negativa de largos años, que convenció a muchos que dudaban de su victoria. Trudeau terminó sin embargo, y gracias a la pésima campaña de Thomas Mulcair, encarnando el cambio, precisamente por aparecer como lo más opuesto al gobierno Harper. Ocupó el espacio que debió corresponder al NPD que no percibió que los electores deseaban la audacia de romper con el credo de las políticas de austeridad a cualquier costo.
Un gobierno Harper que terminó con un líder conservador que no se ha expresado públicamente, incapaz de absorber la derrota como correspondería a un estadista.
El nuevo gobierno Liberal de Justin Trudeau.

Le Canada est de retour!! Canada is back!!
La llegada al gobierno por Justin Trudeau fue otro hecho importante del año. El Canadá humano está de regreso proclama el gobierno Trudeau que beneficia gracias a su contraste con el gobierno Harper de una larga luna de miel con el electorado canadiense y la opinión pública internacional.
En efecto, hasta ahora el gobierno Trudeau ha respondido a las expectativas más evidentes del electorado.
Terminó, el día mismo de la transmisión del poder con el secretismo del gobierno Harper. Algunos observadores le critican porque está demasiado interesado por la imagen pública.
Trudeau y sus ministros (porque los ministros juegan sus roles) actuaron rápidamente para introducir cambios en los expedientes más controvertidos de los conservadores. Para empezar, corrigió la medida anticientífica del Gobierno Harper al imponer nuevamente el cuestionario largo para el censo de 2016. Siguió, con la autorización formal para que los científicos y quienes trabajen por el estado puedan informar sin restricciones sobre los resultados de sus estudios. Reconoció así el hecho evidente que ellos están al servicio de los ciudadanos y no de los intereses circunstanciales del gobierno de turno, como parecía creerlo de manera acérrima Stephen Harper.
Debe recordarse el llamado en tiempo record del parlamento para aprobar la prometida reducción de impuestos para la llamada clase media (aquellos que ganan entre 45 mil y 200 mil dólares) y la creación de un nuevo nivel de imposición para quienes ganen más de 200 mil dólares al año. Propuesta que no se tradujo en costo cero como había prometido y que inquieta los analistas que quedan sin embargo en la expectativa del anuncio del próximo presupuesto en marzo de 2016.
Decisión inmediata también de iniciar una consulta para concebir con la participación de las naciones indígenas de Canadá de la Comisión investigadora sobre las muertes y desaparecimientos de mujeres autóctonas. Una demanda exigida por años por las naciones indígenas de Canadá. También recibió y prometió cumplir las 94 recomendaciones de la Comisión de Verdad y Reconciliación sobre los pensionados para niños indígenas. Una página vergonzosa para Canadá que durante décadas les arrebató los hijos a los indígenas para hacerles romper con su cultura y lenguas. La Comisión asimiló esa política como un genocidio cultural cuyas secuelas aún inciden en las pésimas condiciones de vida de las 600 naciones indígenas de Canadá. Se trata de un expediente complejo que engloba además la impunidad en la muerte de más 3 mil niños muertos por malas condiciones de vida, algunos de los cuales fueron enterrados con un número. Aunque Justin Trudeau muestra una voluntad política que no se veía en el gobierno Harper, no está claro que pueda resolver el problema si recurre a las tradicionales políticas paternalistas de gobiernos liberales anteriores.
Cambio dramático también el estilo de la política exterior de Canadá. El Canadá acogedor y humanitario está de regreso, afirma Trudeau. Algo que se tradujo en un rol positivo de este país en la conclusión de un acuerdo en la Conferencia de Paris sobre el cambio climático. Cambio dramático también en el expediente de la acogida de refugiados de Siria. Un cambio interesante, luego de años en que el gobierno Harper trató de imponer una política de refugiados ligada esencialmente a los intereses de Canadá y no a su rol humanitario en un mundo sometido a crisis sociales y políticas de las que Canadá es también responsable. Se trata ciertamente de un cambio de estilo, bienvenido, pero no está claro aún si se traducirá en cambios en las políticas de migración. Por lo pronto, Trudeau eliminó el perido de tres meses en que los refugiados e inmigrantes no podían tener acceso a los servicios de salud.
¿Y ahora qué?

Expérience solide??
La oposición se ve obligada a limitar sus críticas a afirmaciones de dudas sobre si los liberales serán capaces de cumplir todas sus promesas. Rona Ambrose, la presidente interina de los conservadores, se prepara a un largo periodo de redefinición de las políticas conservadoras de la era post-Harper y de resurrección de los antiguos progresistas conservadores. El NPD; hace el post-mortem de una mala campaña y se prepara para un Congreso en la primavera próxima donde se verá si Thomas Mulcair seguirá como jefe de la formación socialdemócrata.
Al final de 2015, el nuevo gobierno liberal goza de lo que los expertos llaman una luna de miel con los electores. En 2016, se plantearán desafíos enormes. Por un lado, debe imponer políticas liberales que consigan efectivamente estimular la economía canadiense respetando la lucha contra el cambio climático. Por otro lado, debe definir políticas para enfrentar el crecimiento de las desigualdades y la más manifiesta entre ellas, la suerte de los miembros de las primeras naciones de Canadá. Además, mejorar las relaciones con las provincias; terminará terminar con la herencia del gobierno Harper entre otras la ley antiterrorista. Definir también la política sobre el suicidio asistido, exigida por la Corte Suprema. Reconocer e invertir en la cultura, y muchos otros temas candentes. Pero, las perspectivas para 2016, corresponden a un próximo comentario.